24H Ford, una historia de cómo vence la solidaridad

La crónica de nuestra victoria en las 24H de Ford

Realizar la crónica de una carrera consta de coger información y convertirla en palabras. Por suerte las carreras a veces se viven en primera persona. Las 24 Horas de Ford son un ejemplo de ello, una experiencia que puedo contar desde dentro, aún con el mono de piloto y el casco puesto. Una carrera movida por la solidaridad que quedará marcada en mi historial por haberla ganado y haber apoyado a la Asociación AFEM, que se ha llevado el premio en metálico.

Los días previos

Cuando te enfrentas al reto de correr 24 horas seguidas te preguntas muchas cosas. La primera es, ¿aguantaré? No es la primera vez que me enfrento a una carrera de resistencia de este tipo, lo he hecho dos veces seguidas en las 24H de Le Mans, como comentarista las 24 horas seguidas. ¿Es una experiencia similar? En cierto modo sí, lo que ocurre es que ahora no sigues a ningún equipo, te empapas de la pasión del tuyo, de los pilotos, de los miembros de la asociación.

Los días previos a las 24H de Ford buscas experiencias ajenas, saber cómo afrontar esta empresa de la mejor manera posible. Preguntas, lees, y te informas de quién es la asociación por la que luchas. Es en ese momento en el que te das cuenta de que los 30.000 € que hay en juego por quedar en primera posición juegan un papel mucho más importante. Ganar no solo es satisfacción personal, es solidaridad.

Resistencia

Allí nos dimos cita el equipo, algunos viejos conocidos y otros extraños. El viernes daba comienzo la carrera a las cinco de la tarde, con un sol y calor de justicia que pasaba factura a los primeros pilotos en correr. Junto a mí un elenco de profesionales del mundo del motor, caras conocidas y completos principiantes. La fuerza del equipo LOVE/Coches/Altagama/AFEM sobrevino todas las diferencias para crear un conjunto de personas que, como veríamos el día siguiente, no podía ser mejor.

Daniel Guzmán, una de nuestras caras conocidas tomaba la salida y comenzaban a fluir los primeros datos. Teníamos 24 horas de carrera con un límite de 240 litros de gasolina y 8 neumáticos, que no juegos. Nuestro coordinador, Teo, se puso manos a la obra con un milagroso Excel que nos diría cuánto y cómo podíamos rodar en la pista. Los pilotos solo podíamos rodar 1 hora, con un descanso entre tandas de 2 horas. La teoría parecía sencilla. 240 litros en 24 horas nos daba para gastar 10 litros cada tanda.

Claro, que había otros 11 coches dispuestos a realizar la misma estrategia, algunos corriendo más y otros gastando menos. La idea era conseguir el mayor equilibrio. Los primeros tiempos en carrera nos indicaban que podíamos rodar en unos 2 minutos y 40 segundos gastando entre 10 y 11 litros cada 100 km. Evidentemente los consumos fueron reduciéndose, tanto como los tiempos, pero el calor hacía mella en el gasto de las gomas, especialmente la delantera izquierda.

Durante las primeras horas éramos capaces de rodar entre los 3 o 4 primeros equipos. Los que acababan de aterrizar en el Jarama, como Martín Gabilondo o Jaime Sánchez, demostraban que rápidamente podían acomodarse y empezar a rodar en magníficos tiempos. Especialmente Jaime, que se estrenó en el madrileño Circuito del Jarama en plena noche. Sencillamente, unos fenómenos.

El día cedía el paso a una noche en la que caía el calor, el consumo, los tiempos, el gasto de gomas y los párpados. El cansancio acumulado de todos los participantes era evidente. Yo, personalmente, no llegué a pegar ojo en la totalidad de la prueba. Algunos iban a los camastros previstos por la organización, otros dormían en su coche, en sus casas, otros directamente en el box. Yo encontré en unas viejas ruedas el perfecto lugar donde reposar el cuerpo. Tampoco estábamos con exquisiteces. Precisamente fue en ese momento en el que los integrantes de la asociación AFEM más se volcaron con los pilotos, atendiendo nuestras necesidades y animándonos ya en noche cerrada.

Conseguimos mantenernos líderes con la llegada de las primeras luces, además realizando unos consumos magníficos que posteriormente agradeceríamos. De elogio la actitud de Teo, nuestro coordinador, que salvo para comer algo no se ausentó de su puesto. De elogio también el trabajo de Dani Guzmán, Joan Dalmau, de Coches.net, de Francisco Fernández, director de Altagama y Coches, y de Jesús Arnáiz, responsable de Ford Credit, obteniendo un buen ritmo y unos consumos comedidos.

Cuando todo iba sobre raíles ocurrió el desastre. No hay otras palabras para definir lo que sucedió poco más tarde de las 12 del medio día del segundo día de carrera. Nuestro coche, con Jesús a los mandos, entraba a repostar en la que sería nuestra última parada a cargar combustible. El coche no se movía del lugar habilitado para cargar gasolina, y en el box nos preguntábamos qué ocurría. Y la mala noticia golpeó al equipo y a los integrantes de la asociación.

El surtidor de gasolina que proponía la organización estaba fallando y apenas había flujo, fueron unos minutos eternos que nos hicieron perder casi 6 vueltas. Llevábamos, hasta ese momento, una vuelta de ventaja sobre el segundo participante, que nos había estado prácticamente calcando tiempos desde el principio. Y no fue lo peor. El contador del surtidor indicaba que habíamos repostado 49,9 litros de gasolina, que eran más de los que podíamos rellenar. No obstante, el marcador del coche indicaba tres cuartos de depósito.

Con esto en la mano la tensión era más que palpable. No teníamos el combustible necesario para terminar la prueba y defendernos de los dos primeros participantes. Debíamos literalmente reducir al máximo nuestro consumo y, por tanto, casi pasearnos por el trazado. Al menos esto debía ser así hasta que conociéramos la solución al problema. Evidentemente reclamamos, el problema del surtidor no podía acabar con una magnífica carrera. No merecíamos terminar así.

Mi cuarto y último turno llegaba con la labor de mantener a raya los consumos y no perder demasiado tiempo a la espera de una solución por parte de la organización. Literalmente una agonía. A medio turno me indicaban por teléfono que probablemente nos devolvieran vueltas, pero no solucionaba el problema de la gasolina. Era durante el turno de Francisco, el penúltimo de la carrera, cuando la organización dictó sentencia. Se nos sumarían 4 vueltas y nos permitirían repostar otros 15 litros de gasolina.

Fue entonces cuando, a pesar de tener que parar y perder tiempo de nuevo, nos dimos cuenta de la perfecta estrategia de consumo que habíamos ejecutado a lo largo de la carrera. Esos 15 litros extra nos permitían en el turno de Fran y en el de Sergio García, de Continental, nuestro piloto estrella, rodar muy fuerte para recuperar el tiempo y las vueltas perdidas. El consumo no nos importaba, habíamos estado ahorrando lo suficiente como para permitirnos estos dos turnos a buen ritmo.

El segundo competidor, los chicos de El Mundo junto con la Fundación Madrina, nos seguían calcando tiempos. Los terceros, también en la pugna, era el equipo de La Razón junto a la Fundación Pablo Horstmann, pero no nos preocupaban, porque sabíamos que su gasto de combustible era crítico. La última hora fue un mano a mano con El Mundo, tan emocionante como el principio de la carrera. Finalmente tuvieron que aflojar, su consumo era también crítico en los últimos minutos de carrera.

La emoción de la victoria

A pocos minutos del final todo el equipo corrió a colgarse de la valla de línea de meta. Todos gritábamos y saludábamos al campeón, eran momentos de felicidad. No obstante, la emoción más profunda era la de los integrantes de AFEM, que entre lágrimas nos abrazaban y nos daban las gracias por haber conseguido un cheque de 30.000 €. Con él podrán poner en marcha sus proyectos de asistencia a familiares de personas con enfermedades mentales.

Sí, lo he pasado bien. Lo he pasado mal también, el cansancio aún hoy, un par de días después, sigue haciendo mella. Pero la sensación de haber conseguido un premio para AFEM lo alivia. Los abrazos, lágrimas y sonrisas del equipo que hemos formado han dado buena cuenta de cómo un grupo de desconocidos puede conseguir grandes proyectos.

Imágenes Ford/Luis Mazarracín Photography

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