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El origen de los coches de choque: la historia de un reclamo en todas las ferias

Casi 100 años después, los coches de choque siguen siendo un reclamo en las ferias.

Uno de los grandes atractivos de todas las ferias y el lugar en el que liberamos nuestros impulsos más básicos.

Existen un puñado de atracciones de feria que no solo están montándose y desmontándose cada fin de semana en España, sino también en el resto del mundo. La noria, el tiovivo… pero tal vez, ninguna de ellas tenga la capacidad de atención que hoy en día poseen los coches de choque

La razón es bastante simple: tan solo hay que conducir, sea cual sea tu edad. Eso sí, siempre dentro de los límites de estatura que establecen muchas atracciones. Claro que, el poder conducir un ‘coche’ no es lo único atractivo para el público. También el hecho de poder chocar contra el resto de vehículos –dentro de unos límites de seguridad– sin producir ningún tipo de accidente grave. ¿Acaso no nos gusta a muchos?

Un origen incierto

coches de choque

Una de las grandes incógnitas dentro del mundo de los feriantes gira en torno al origen exacto de los coches de choque. Algunos afirman que fueron inventados por Victor Levand, que llegó a trabajar para General Electric. Mientras, otros dicen que los creadores fueron Max y Harold Stoehrer, de Massachusetts.

Lo que sí es seguro es que los hermanos Stoehrer fueron los primeros en desarrollar la patente de sus coches de choque. Crearon la ‘Compañía de Choque’ a principios del siglo XX y sacaron a la luz su primer modelo en 1920. Originalmente, los paseos eran una pesadilla para cualquier padre o hijo. Los viejos coches de choque no eran más que trastos de hojalata.

Además, a veces se salían de su recinto y podían ser abollados con una buena patada. Incluso hubo momentos en los que algunas piezas se desprendieron durante su uso; algo que la revista Scientific American catalogó de “inestable”. Pero, ¿por qué crear semejante atracción?

coches de choque

La idea es tan simple como que se pretendía ofrecer al público una conducción segura y divertida; que permitiera chocarse con los demás conductores y, a la vez, salir ileso. Con la aparición de la competencia, el modelo fue mejorando. Se añadió una goma protectora para amortiguar los golpes, además de crear el sistema de electricidad para que pudieran ser monitorizados por un operador. Básicamente, lo que nosotros conocemos hoy en día.

Su sistema de alimentación eléctrico

Aunque no siempre fue la idea original, el paso de los años ha embellecido aún más la atracción con la implantación de un mejorado sistema de electricidad. Los coches son alimentados por una corriente eléctrica que pasa a través del suelo y también por una malla de metal expuesta en el techo que está conectada al poste del coche.

El propio suelo, hecho de metal, entra en contacto con el cepillo que hay debajo de los coches; interactúa con las tiras y crea una tensión que suministra energía al vehículo. Eso sí, siempre y cuando no nos olvidemos de meter la ficha en la ranura.

Una atracción basada en la teoría de Newton

Casi 100 años después, los coches de choque siguen siendo un reclamo en las ferias.

Uno no se espera sacar alguna relación entre Isaac Newton y una atracción de feria. Aunque los diseñadores de los coches de choque han explicado durante años que el efecto de la atracción tiene su base en la tercera ley del movimiento expuesta por Newton.

Según ésta, explica que para cada acción siempre habrá una reacción. Es por ello que cuando se choca con alguien, ambos conductores siempre sufren una sacudida; y, por lo general, salen rebotados en la dirección opuesta. Sea o no por la tercera ley de Newton, lo acaba convirtiendo en algo muy divertido.

Texto: Dani Baranco

Redacción

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