Kits que convierten tu coche al hidrógeno, una peligrosa promesa de ahorro

En la búsqueda del ahorro de carburante han surgido unos kits de ‘fácil’ instalación para convertir tu coche al hidrógeno. Se pueden adquirir por Internet, en webs de compraventa. Y los puede colocar uno mismo. Sobre el papel se plantea un ahorro de hasta el 30 % de carburante al inyectar hidrógeno sobre el combustible. Pero cuidado con estas invenciones; y es que estos apliques no están homologados, no son tan fáciles de instalar y pueden terminar con tu coche calcinado.

Su funcionamiento es complejo. Está desprovisto de sistemas de seguridad; un escape en el sistema es peligroso para los ocupantes del habitáculo y la mala combustión de la gasolina puede terminar con nuestro coche en llamas.

El futuro se viste de hidrógeno

Los teóricos sitúan al hidrógeno, o pila de combustible, como el siguiente paso a la electrificación de la automoción. Aunque este sistema es completamente diferente al que ya plantean algunas marcas como Hyundai, Mercedes-Benz o Toyota. Primer error (o engaño) en el que podemos caer. Un vehículo de hidrógeno, como comúnmente se les denomina, cuenta con un depósito seguro sobre el que cargar el hidrógeno líquido. Funciona de manera que este se convierte en electricidad para que alimente al motor eléctrico que se encarga de mover nuestro vehículo.

Sin embargo estos kit autoinstalables son completamente distintos. El hidrógeno llega directamente al combustible para alterar el sistema de explosión en el cilindro. La promesa es que con este sistema se puede ahorrar hasta un 30 % de combustible. Pero los resultados no se acercan a la realidad.

Desaconsejado por las marcas

Esta instalación cambia por completo la morfología del vehículo, tal y como fue diseñado y homologado. Es más, están desaconsejadas por los propios fabricantes por los riesgos que entraña. Las temperaturas que va a alcanzar el motor, el modo en el que se realizarán las explosiones y la variación de los gases que expulse puede afectar o inutilizar los sensores que hay dispuestos en el propulsor y el escape.

A esto hay que sumar que se venden como autoinstalables; es decir, que lo puede colocar uno mismo. Y si no somos unos manitas, podemos dejar rendijas en compartimentos o tuberías que deberían ser estancos. Además, no los puedes poner en tu propio garaje. Hay que acudir a un taller o a un box habilitado para que uno repare sus vehículos. Y seguimos añadiendo contraindicaciones: nos pueden suspender la ITV por no ser una instalación homologada en el coche. Y, en caso de accidente, el seguro podría no hacerse cargo del coste de la reparación.

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